Ha animado a todos los jóvenes del municipio a colaborar y participar en esta nueva etapa de la cofradía. Su principal objetivo es que la Virgen del Amor vuelva a procesionar, en 2025, por las calles de Doña Mencía.
No debe ser sencillo coger las riendas de una entidad cuando las cosas no van bien. Así lo hizo la gestora que durante un tiempo ha tratado de mantener con vida la Cofradía del Santo Sepulcro y María Santísima del Amor de Doña Mencía. Afortunadamente, hoy podemos decir que el reflotamiento de esta hermandad está en curso y con buen pronóstico de futuro.
El primer día de este mes de julio, la Cofradía del Sepulcro celebró elecciones y Antonia Córdoba Pérez-Vico fue elegida nueva Hermana Mayor. La ilusión y ganas de trabajar de ella, y del resto de personas con las que ha hecho equipo en la gestora, están siendo el mejor remedio. Tal y como ha comentado en Onda Mencía, en su nueva junta directiva le gustaría contar con la juventud local. De hecho, ella misma empezó a salir de joven acompañando al Sepulcro. “Hace más de 40 años“, recuerda. “Tengo mucha ilusión porque la cofradía siga adelante“.
La nueva Hermana Mayor ha confirmado que desde el pasado Viernes Santo, varios jóvenes se han mostrado dispuestos a colaborar con la cofradía. Incorporar juventud a la entidad es uno de los principales retos que Antonia Córdoba se marca con vistas a la próxima primavera. Además, su principal objetivo es que, en 2025, podamos ver procesionar de nuevo a María Santísima del Amor, aunque esto requiera reparar los daños que sufre el paso de la Virgen. “Toda la gente quiera colaborar, sin compromiso de ser hermanos, que contacten con nosotros“.
El Cronista Oficial, Antonio Cantero, ha explicado, en más de una ocasión, que la del Sepulcro fue la primera cofradía penitencial en fundarse, en el siglo XVI. Es, también, la que siempre ha organizado el acto del Descendimiento, al tener su imagen los brazos articulados. Cantero no duda en que este, es uno de los actos más emblemáticos de la Semana de Pasión menciana. Incluso se conservan documentos de los siglos XVII y XVIII que aluden a esta ceremonia.
Lo que se desconoce es la fecha exacta de la adquisición de la imagen. En 1996 el Instituto del Patrimonio Histórico emitió un informe en el que expresaba la falta de correspondencia entre los estratos pictóricos del cuerpo y los de los brazos, por ser estos últimos posteriores a la elaboración de la obra. Todo apunta así, a que se trata de un crucificado al que, posiblemente, adaptaron los brazos para el Descendimiento.